martes, 26 de junio de 2012

Shanghai



  En la aldea de Dehang los colibrís duermen la ola de calor con la miel entre los labios. Las sombrillas de papel arden y estallan en una nube de confeti, los lichis maduran a la velocidad del rayo y deslizan su almíbar blando por las cortezas de los árboles calientes. Los abejorros les bailan a las flores de los sombreros de paja. 

  Ese calor a destiempo es el responsable del baile de los samuráis, del festival de fuentes, de la floración temprana de los nenúfares, de la leche helada de almendras y de los jugos de mandarinas satsumas.

                                    

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