martes, 15 de junio de 2010

Bar de alterne

Calló,calló después de buscar esa palabra al umbral de un vaso de cerveza, repasada la orilla con un carmín de rojo piruleta, goloso.

Calló y otorgó, concedió la palabra a la misma música que le había traído hasta allí: Bob Dylan, un loco perenne y “the answer , my friend, is blowing in the wind, the answer is blowing in the wind” y “the wind” era la atmósfera caliente del bar de turno, o el bar de abajo, o del de la esquina.

Quemaba la niebla de nicotina y alquitrán, abrasaba el Jameson en su garganta y ardía ella en deseos de plantarse allí y pedirle que la llevase a su casa, que no tenía adónde ir, ni con quién ir, lo cual era peor en ese caso, en esas circunstancias tan nocturnas, tan ebrias, tan absurdamente premeditadas. No, no se mezclaría con esa clase de chusma, no al menos esa noche: tenía que darle de comer al gato, y una charla pendiente con la alcachofa de la ducha. Se estiró la falda, sin ninguna delicadeza, apuró el último trago, que era ya hielo con algunos grados, y se fue, rasgando la humareda en aspavientos de mujer fatal, con la música a otra parte.


2 comentarios:

  1. pero justo antes del salir del local pasó por delante de uno de aquellos espejos de cuerpo entero para arreglarse la ropa, y al verse allí, desmañada, cansada y turbia, tuvo ganas de reirse, y la tímida sonrisa que apareció en su cara, levanto, con sus dos extremos, el telón del fondo del escenario, dejando ver una noche fresca y profunda, a la que salió, con su sonrisa al cuello, a contar estrellas. Sergio

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