martes, 4 de mayo de 2010

Muchacha en la playa


Te prometo amor, que nos sentaremos en la arena y contemplaremos juntos
todos los horizontes.
Y que hablaremos de ti y de mí, de la vida y del amor,
sin estándares ni mieles.
Te prometo que hallarás siempre mi mano
cuando extiendas la tuya para tocar la arena.
Te lo prometo amor,
siempre.

viernes, 9 de abril de 2010

Éxodo


La piel del extranjero

la piel cruel del desgarrado
la patria que se aleja,
la patria se ha dejado,
un amor en sus colinas
lágrimas, en su costado
y un adiós que en el paladar duele,
huye,
y como del alba la calima
vuelve,
vuelve tempestad,
vuelve, ¡vida mía!
que el dolor del extranjero
es caduco,
es neblina.

jueves, 8 de abril de 2010

Las tres gracias

Sonaban el Banhú, el Sanxián y la pipa. Los collares estallaban y rebotaban en Si sostenido, los pendientes de plata vieja repasaban, nota a nota, las sordas sacudidas del tambor de cobre. Rojos, fucsias, amarillos, verdes aliñaban con destellos fugaces las idas y las venidas de los largos cabellos negro azabache mecidos por la flauta dulce: El anciano Takú convertía, al soplar, las notas en órdenes invisibles, sólo perceptibles por las mujercitas del monte Taramé, que un buen día brotaron, cuando el viento danzarín se topó con una caña de bambú...

lunes, 29 de marzo de 2010

La bailarina de ballet


Cabriolas, pliés, vueltas, brincos, piruetas, giralunas... Cuentan que cada noche le baila a la luna llena en una terraza de ladrillo rojo y plata.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Laúd

Sus dedos huesudos, ágiles, se deshacían en limpios arpegios, apuraban acordes precisos, que le traían a la memoria todas las primaveras de su vida.

domingo, 14 de marzo de 2010

El asesinato de Marat



Aquella noche, la taza de café se enfriaba sin remedio en la cocina. La loza de vidrio verde albergaba en su seno aquel líquido marrón quieto, estático, frío.

Se miró al espejo, como un acto involuntario, porque lo hacía continuamente, casi sin darse cuenta. Se miró al espejo y se puso la bata roja, llena de bolitas. Veintiséis, pensó. Veintiséis y qué. Encendió la luz de la cocina, que centelleaba a cada poco y emitía un zumbido sordo. Ató sus rizos en un moño alto, le molestaban al comer. Una fina capa de nata flotaba en aquel café helado, y junto a la taza, una madalena desecha en migajas y una barrita de muesli. ¿Qué es lo que me ha traído hasta aquí?, hasta esta casa, hasta este momento. Instantes, son los instantes los que me han traído hasta aquí. Una mosca gris se posó en el plato de loza de vidrio verde que sujetaba la taza de café en aquel bodegón perdido. Le dio un sorbo al café con la mirada perdida en el vuelo de aquel insecto. Ya no había calefacción y sin embargo el ambiente era asfixiante, el olor a fritura atrapaba sin piedad, las sartenes salpicadas con salsa de tomate, un tenedor manchado de huevo, restos de espaguetis en el desagüe. Se frotó los ojos que le escocían del sueño y arrastró sin querer con los dedos todo el maquillaje. Se había duchado hacía una hora y se sentía más sucia que nunca. Pensó en volverse a la cama. La mosca zumbaba insistentemente a su alrededor como un satélite podrido. Iba y volvía con aleteos nauseabundos. Empuñó un trapo sucio de la meseta pero lo volvió a posar. Ella no mataría ni a una mosca. Tiene gracia. Encendió un cigarrillo y a la mitad lo apagó en el café.

Se miró al espejo, esta vez para limpiarse la sangre. Las baldosas teñidas de rojo le irritaban. Apagó la luz y se acostó con el zumbido de la culpa devorándole los tímpanos: muerte.

viernes, 12 de marzo de 2010

Valsecito


 Giran de repente, desatándose en sus vueltas...Y el Vals, como un enjambre,los envuelve y los atrapa.