Cada lágrima que se le escapa por los carrillos refleja los
neones de la ciudad de Kyoto y se posa en la moqueta como una pluma.
Así es como Sayiko
expulsa sus desperdicios.
La moqueta, verde y
rizada es su vertedero. Césped de migas de pan de gambas, reposo de la hebras
de hilo de seda zhongguo zhou, sumidero y cloaca de las basuritas espirituales
de todas las machiyas del distrito de Gion.
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