miércoles, 2 de febrero de 2011

Venus #2

Comparece ante mí la belleza
en forma de canon
tenaz, empedernido, perfecto, limpio, concreto.
Libre de escrutinios imprecisos
se escapa como humo,
en la proporción gentil.


 "I left a woman waiting
I met her sometime later
She said, I see your eyes are dead
What happened to you, lover?
What happened to you, my lover?
What happened to you, lover?
What happened to you?
And since she spoke the truth to me
I tried to answer truthfully
Whatever happened to my eyes
Happened to your beauty
Happened to your beauty
What happened to your beauty
Happened to me." 

"I left a woman waiting"
Leonard Cohen.

viernes, 28 de enero de 2011

lunes, 13 de diciembre de 2010

Apolo

Camina por los adoquines gastados del monte Parnaso. Busca un bálsamo secreto, antiguo como el último verano, que embauque a Calíope para que le haga muy despacio el amor...

martes, 16 de noviembre de 2010

El Unicornio bramador

-Nunca me han gustado las estaciones de autobuses–ladró-Palacios de invierno que celebran bailes y convocan zapatos con cordones y zumbidos de maletas y, ya por última vez, espaldas y pescuezos.-

lunes, 25 de octubre de 2010

What´s the time, Mr. Wolf?

Siete japonesas bebían té verde tostado.  El Oshiruko todavía humeaba. Los Dagashi poblaban la mesita de vivos colores. Los murales de bambú, los tapetes de samuráis, geishas con sombrilla, maikos y colibrís sobre cerezos en flor.
Un cuaderno de tapas verde esmeralda viejo y roído, con ese color sanguina con el que el tiempo lame las hojas de los libros importantes  y que antaño atesoraba carruajes en sepia, sombreros de copa y lores con volutas blancas y aristocráticas, se abrió por la página seis.
Benjamin, posó su taza en la mesita de marfil y lo tomó enternecido, entre sus manos. Entonces las siete japonesas fueron de pronto los siete cisnes blancos del estanque de Holland park y el té en casa del señor Sugawara fue el té de las cuatro con scones y frutas confitadas en casa de la tía Harriet.
 De nuevo el tiempo, se la había vuelto a jugar. Como un sátiro despiadado, con su pátina naranja, lamedora de hojas antiguas, había logrado tintar también su presente, esta vez con los colores amables de su niñez perdida.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Tiempo, verdugo del tiempo

Por vez primera el cuco
salió del reloj de idem.
Dejó el segundero a mano derecha para posarse en el mes siguiente.
Pero al volar, el tiempo se paró en seco y advirtió resignado:
“Roto el tiempo, ya no sé vivir”.