lunes, 23 de abril de 2012

¡Baboom!



  Dupont en otra vida hubiese sido carnicero. Si no fuera por su padre se hubiese pasado la vida entre despellejadores, cuchillos carniceros, deshuesadores, hachuelas, ganchos, machetes, desventradores, todos ellos hermosos e incisivos.
  Entre paredes de cerámica blanca y marmórea, helada y fluorescente.
  Entre morritos de cerdo, lenguas de vaca, rabos de toro, empapados en rojos espesos, en magentas que se derraman.
  

  Pero Dupont había nacido en una familia de ilusionistas, y era un mago de chistera y pañuelo. Su as en la manga era una paloma blanca que sacaba de su sombrero de copa. No obstante, cuando se trataba de impresionar al gran público, partía a su azafata rubia por la mitad en medio de una escandalosa explosión de purpurina carmesí. Eso, sin duda, era lo que más le satisfacía.

jueves, 12 de abril de 2012

Para Elisa


 Elisa se acicala mientras se hacen las lentejas. Su carne mojada respira dentro del albornoz y desprende aromas cremosos. En el patio huele a croquetas y a ropa limpia. El espejo de aumento se empaña de todos los aromas tempranos y le devuelve la imagen borrosa de su guapura de pucheros y pomadas.